Poco tiempo después de nombramiento del dirigente del departamento de ventas, George comprendió que sus dependientes no eran simples.
A las mujeres jóvenes y guapas Mary y Catrin les interesaba mucho más la vida personal que el trabajo. Por eso pasaban mucho tiempo en Facebook, chateando con los hombres atractivos y mirando las fotos de las amigas.
Mark y Bob eran esclavos. No aspiraban a nada, nada les interesaba. Incluso el trabajo. Como si cumplieran obras públicas, esperando el fin de la jornada. En aquello les ayudaban muchos sitios de noticias y solitario.
El quinto dependiente, Jefrey, no les parecía en absoluto. Era alegre, laborioso y una persona carismática. Pero el jefe anterior del departamento antes de salir advirtió a George, que tenía la sospecha grave de que precisamente George robaba la información sobre clientes de la empresa y se la vendía a la empresa de la competencia.
El primer deseo de George era despedir a todo el mundo y formar el departamento de nuevo. Le pararon tres circunstancias:
- No era tan fácil despedir como parecía. Era necesario recoger y presentarle al empleado las pruebas de violación de la disciplina laboral.
- "¿Quién va a vender, mientras estás despidiendo, encontrando a los empleados nuevos, enseñándolos?
- ¿Si hay una garantía de que los trabajadores nuevos no resulten ser iguales (o peores)?"
Entonces George decidió recordar una experiencia de su empresa anterior, donde se había instalado el sistema de control de los empleados. Recordaba perfectamente, como con su ayuda habían captado a los compañeros de trabajo mañosos y habían revelado a los holgazanes.
George se dirigió al gabinete del director para proponerle comprar tal sistema. El director estuvo de acuerdo en general con los argumentos de George, no tenía nada en contra de la instalación del sistema, pero alegó la falta del presupuesto hasta el trimestre siguiente.
George abandonó el gabinete del director en el estado perplejo. Por supuesto, las mayorías de los sistemas de control de los empleados ofrecían el período de prueba de 7 a 30 días, pero aun aquel tiempo no era suficiente para poner en orden el departamento. Entonces como resultado de la búsqueda en Google encontró a Kickidler.
En aquel sistema después de finalización del período de prueba se activaba el modo gratuito. En el mismo no se grababa la información del trabajo de los empleados, pero se podía vigilar a los 6 usuarios online sin comprar la licencia.
George llenó la forma en el sitio y descargó los distributivos. Dentro de tres minutos en una carta llegó una invitación, el código a indicar durante la instalación. En calidad del servidor decidió usar su propio ordenador, ya que no se requería muchos recursos de computación, y de todos modos la información no se guardaba.
Quedándose en la oficina después del trabajo George junto con el administrador sistemático instaló rápidamente los agentes en los ordenadores de todos los empleados. Y por la mañana reunió a los dependientes y les demostró cómo funcionaba el programa y que podía verlo todo. Entonces en el departamento empezó una vida absolutamente nueva.
En cuanto Mary escribía unas palabras cariñosas y coquetas a un "novio" nuevo, a su lado aparecía George y cabeceando con reproche, le proponía trabajar. En cuanto Bob iniciaba el solitario, el dirigente empezaba a interesarse en el cumplimiento del plan de ventas.
Como resultado la gente empezó a trabajar. Primero sin deseo, regañando a su jefe y Kickidler. Pero después se acostumbraron y poco a poco empezaron a cumplir el plan. Pero Jeffrey resultó ser el más impávido (¿o tonto?). Teniendo esperanza en que el jefe no mirara la pantalla, trató de filtrar la base CRM. Pero George miró. Y como resultado Jeffrey escribió una carta de despido voluntario. Es decir, salió bien librado.
¿Conoce Usted, cómo trabaja su departamento o su empresa? ¿Quiere también gastar 30 minutos e instalar el Kickidler? Si la respuesta es positiva, se puede (y es necesario) descargar el sistema aquí.